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“La pluma es la lengua de la mente”

Así como si se tratara de una novela de ciencia ficción sobre un viaje en el tiempo, Jiseth Giraldo nos permitió recorrer su pasado y aquellos capítulos que construyeron la mujer que es hoy.

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Ilustración: Michelly Ibarguen

Texto: Nicolle Donato

Con tan solo trece años, Jiseth, una joven delgada, de tez blanca y cabello castaño, se embarcó en el mundo de las letras. Fue hasta esa edad cuando plasmó por primera vez en papel todos aquellos pensamientos que algún día tuvo. A medida que se iban llenando las hojas de sus cuadernos, descubrió su gran amor: el arte de escribir. En una de sus aventuras literarias creó un cuento de terror que sin duda logró erizar la piel de su profesor de español, quien quedó atónito, no precisamente por la historia sino por la habilidad de Jiseth de transmitir sensaciones a través de un bello y característico estilo.

 

Como dicen por ahí, la práctica hace al maestro y esto quedó demostrado en el rotundo éxito que tuvo en el aula de clase aquella historia de espanto. Llena de entusiasmo y motivada por el impacto de sus letras, Jiseth decidió ir más allá de un relato y resolvió que su nuevo reto sería escribir un libro, sin imaginar que aquella determinación marcaría el compás de los futuros capítulos de su vida.

Transcurrió el tiempo y el tema de aquel importante escrito variaba una y otra vez. Al inicio parecía buena idea construir una autobiografía; sin embargo, luego de analizar su corta vida y edad, concluyó que lo mejor era desechar ese plan, pues no había sucesos lo suficientemente interesantes como para contarlos en un libro. 

Ensayo y error, así empezó la historia de Campo de Guerreros. Luego de intentar de cero, todo parecía marchar bien, la combinación entre realidad y ficción auguraba un libro con gran potencial, a eso debían sumársele las ventajas tecnológicas, pues Jiseth ya no llenaba a mano hojas de cuaderno, ahora redactaba con más facilidad en un computador, que por cierto, hasta el día de hoy no ha podido olvidar, desgraciadamente no por su gran utilidad, sino por ese negro momento que le provocó, sí negro, como el color de la pantalla luego de que aquella “súper herramienta” se formateara, borrando todos los avances de su creación literaria.

 

Tras haber pasado por una montaña rusa de emociones, Jiseth se mudó a Bogotá con nuevas metas y proyectos, entre los cuales estaba volver escribir su libro, cuestión que logró con éxito a sus dieciséis años y que significó la escalada de un gran peldaño en su vida. Ahora, corre el año 2020, aquella adolescente perseverante se ha convertido en una psicóloga de vocación y una escritora de espíritu. Contempla su realización personal en el futuro, cuando haya logrado alcanzar sus estudios máximos, liderando proyectos sociales, alcanzado la estabilidad económica que desea, visitando todos aquellos lugares que anhela conocer; pero sobre todo, cuando su rol como profesional esté en su máximo esplendor. Los fracasos del pasado la llevaron a entender que son diversos los caminos y las formas que conducen al éxito.

 “Soy mi propia versión de mujer exitosa, no creo que haya una idea universal de eso”, expresa Jiseth, oponiéndose  la noción que por años se ha tenido sobre este término, siempre concebido como una cuestión de hombres gracias a una cultura marcada por la desigualdad de género. Así como el Quijote de la Mancha, reconoce su capacidad de experimentar sentimientos nobles y su entusiasmo por conocer mundos nuevos, sí, como toda una mujer empoderada, como aquellas que tienen la certeza de que en sus manos está la potestad de alcanzar las cosas que se proponen, como hacer valer sus derechos, pelear por lo que es suyo, dar a conocer  su opinión, y por supuesto, tener voz y voto. 

Inspirada por un gran personaje literario como lo es el Quijote, esta escritora admite ir por el mundo irrumpiendo los límites aunque la gente piense que está loca y que no alcanzará sus propósitos, pues finalmente la nobleza y actuar con fe y buen corazón terminan haciendo que libre batallas, incluso algunas invisibles para muchos.

 

Para esta amante de las letras ser escritora no solo representa algo bellísimo sino también la oportunidad de tener voz. Para ella, la voz de las mujeres es diferente a la de los hombres, es lo que las convierte en seres especiales y particulares, pues tienen la fortuna de poder narrar, a través de la literatura, la sensualidad, los aspectos cotidianos de la vida, la fragilidad, la fortaleza, la rabia y aquellos sentimientos que son más libres de expresar y que sin duda, significan algo gratificante y bello, pues finalmente así se siente ser mujer.

Con su particular afán por la realidad del otro y su inquietante necesidad de hacer algo frente a la desigualdad social, Jiseth reflexiona sobre su aporte a otras mujeres y con una certeza irrefutable asegura tener la oportunidad de encontrar soluciones y lograr grandes cosas desde su labor como psicóloga, y claro, apoyándose en el encanto del empoderamiento. Indudablemente, la vehemencia de figuras como la reconocida psiquiatra Judith Beck y la madre Teresa de Calcuta, recordada por fases como “quien no vive para servir no sirve para vivir”, la han llevado a esforzarse para lograr que las mujeres reconozcan e identifiquen su valioso rol dentro de la sociedad, sanen sus heridas y recuperen el valor que por diversos motivos pudieron haber perdido.

Más allá de una gran historia de ficción, Campo de Guerreros representa la idea de vida concebida por Jiseth: una batalla real para la cual se debe estar bien armado. Así como Don Quijote de la Mancha, esta escritora ha emprendido luchas contra molinos de viento, contra sus enemigos imaginarios, aquellos que han surgido de tropiezos y difíciles obstáculos dispuestos en el recorrido hacia sus sueños. Con coraje e ingenio, como los famosos personajes de su libro favorito, esta mujer continúa sorteando las pruebas de la vida y sin pensarlo, le ha robado a Dulcinea del Toboso una de sus más grandes cualidades: ser una fuente de inspiración, en especial, para todas aquellas mujeres que no temen ver la vida con ambición.

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